martes, 21 de junio de 2016

Rem tene...

..verba sequentur, parafraseando a Catón el viejo: "si ya tienes el tema, las palabras vendrán solas".

Pues el problema de esta última temporada de sequía blogueril está siendo exactamente el contrario: no es que me falte materia sobre la que escribir, precisamente. Demasiadas cosas, demasiados temas, demasiados elementos, demasiadas conversaciones inacabadas, demasiados miedos que aún andan dando vueltas, demasiados pequeños cambios que no se sabe hacia dónde derivarán. Todo eso se va agolpando en la cabeza y no te deja decidir bien. Porque claro,"vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser", como decía Ortega y Gasset. Y a mí se me da fatal decidir; de hecho, muchas veces no decido. Prefiero probar a hacer malabarismos vitales. Dicen que es un rasgo de inmadurez, y no lo discutiré, pero también voy a añadir que es un rasgo de inconformismo, y especialmente de libertad. Sin libre albedrío nos limitaríamos a repetir errores o aciertos en un estoico eterno retorno. Y de estoicismo muy poquito (algo de "se chove, que chova", pero poco más). Si acaso me apunto al  epicureísmo, sin pasarse, claro, que luego sube el colesterol del malo.  Ser epicúreo (un poquito, solo un poquito, venga), consiste, en definición simplicísima, en buscar la felicidad por medio de la ataraxia.

Después, los happychorras de turno han vertido la idea de la búsqueda de la felicidad y sus derivados en letras monas sobre una serie de fotos (principalmente de gatitos, galletas con glaseado o alpargatas de colores pastel) y  han creado  memes, más o menos armónicos según sea la habilidad del diseñador gráfico -aficionado o no- para copiar el estilo Mr. Wonderful, que no nos quitamos de encima ni fregando con agua caliente.
No es que eso me moleste especialmente; es que me cansa. Como muchas personas que me conocen bien saben, me encantan las obviedades, pero me aburro de ellas enseguida, y eso de aburrirse no es epicureísmo ni es nada. 
Lo que disfruto de la obviedad, decía, no es tanto esa enunciación de lo evidente, (¡hace sol, qué calor!) que entiendo que acabe poniendo nerviosa a alguna gente, sino más bien la reflexión a bote pronto, lo primero que nuestra cabeza enlaza para crear una nueva idea:  "las metáforas elementales e inveteradas son tan verdaderas como las leyes de Newton", (y sigo citando a Ortega). 
Aunque no hubiésemos leído a los clásicos (incluyendo entre estos a Antonio Gala y J.K. Rowling), seguro que se nos seguiría ocurriendo decir "la vida es un lío" (o  una caja de bombones, que para el caso...), "¡cómo pasa el tiempo!", "aquí estamos, luchando con la vida"... 
 Pues aquí estamos, luchando con la vida, menudo lío, y, ¡cómo pasa el tiempo!, ya hacía un mes y pico que no escribía nada y ahora, burla burlando, he escrito una página de inconsistencias, básicamente para decir que, a pesar de los dolores vitales, es mejor tratar de ser felices momento a momento, aunque no nos lo recuerde ya ninguna presentación de power point, que es de lo poco que se va pasando de moda.