jueves, 6 de octubre de 2016

Mariscada sideral

Tengo una agenda escolar, porque mi vida se mueve más por cursos que por años, pero voy a tener que cambiar el inicio del curso de septiembre a mediados de octubre. En mi pueblo NADA sucede hasta que no se termina la Festa do Marisco. Si quieres quedar con amigos ya sabes que hasta que no se haya terminado la feria gastronómica no ha lugar. Si vas a organizar una actividad formativa o lúdica, mejor será que esperes a que se termine la fiesta, porque si no no tendrás público. Quien no trabaja en algo relacionado con la hostelería o el turismo suspende igualmente su ánimo hasta que el torbellino fiestero haya pasado, cual es mi caso. Tomo aliento el día 6 y hasta el 16 no lo puedo soltar a gusto.
El pueblo se va transformando poco a poco en una sucursal del verano. Da igual que el tiempo no acompañe (este año sí, por cierto): el aparcamiento del puerto se llena de autobuses, los hoteles confiesan que tienen los fines de semana llenos, los barcos turísticos cargan pasajeros temerosos y descargan hordas animadas por los mejillones y el vino blanco,  los restaurantes anuncian sus mariscadas de mayor o menor valor y mayor o menor calidad y las "colareiras" venden su mercancía artesana compitiendo con los subsaharianos que ofrecen gafas de sol y perfumes baratos.
En las carpas de la fiesta se escuchan gaitas y griterío, y se ven colas (rápidas) para pagar los tiquets y colas (un poquito más lentas) para  recoger los platos encargados. Huele a navajas a la plancha, a arroz de mariscos, a pulpo "á feira", a mejillones al vapor...
Me gusta mucho acercarme a la carpa de los pinchos especiales. Varios locales proponen sus platos de marisco con distintas presentaciones: hamburguesa de pulpo, sushi a la gallega y otras combinaciones exóticas y atractivas, no nos falta de nada.
La cafetería de la fiesta también es un punto de atracción: hay actuaciones musicales en sesión vermú (y no, no regalan el vermú) y por las noches, después de los conciertos, y tiene mucho éxito también porque es de los pocos sitios, junto con el mítico "El moscón"(este lugar merece un post para él solo: lo escribiré), en los que puedes sentarte dentro del recinto ferial.
Por supuesto los bares, restaurantes y terrazas del puerto y de orillamar están a tope, vendiendo mayormente marisco, aunque haya quien venga y busque dónde comer  churrasco, como me preguntaron el año pasado.

No voy a decir nada sobre el marisco de las marisquerías grovenses, pero ya he oído muchas versiones (comido menos; el marisco aquí se suele comer en casa) y nunca sé muy bien cuál creerme, pero por lo general la gente sale contenta. Lo que sí he vivido ha sido una reunión, hace años, en la que unos ¿ingenuos? asesores turísticos proponían la creación de una marca propia para las Mariscadas do Grove.  Resultaría difícil poner de acuerdo a los restauradores para decidir qué llevaría: cantidades, calidades y sobre todo origen, el controvertido origen del "marisco de la ría", pero cosas más difíciles se han conseguido. Nunca pensé que verían mis ojos reinar a Felipe VI, a las mariscadoras constituídas en cooperativa, a los vendedores ambulantes de A Toxa establecidos en el centro comercial "O redondo" y al Anduriña y al Deportivo Grove convertidos en un solo equipo de fútbol, así que no pierdo la esperanza.
Mientras tanto, podéis venir a comer marisco a nuestro paraíso, aunque la "centola" tendrá que esperar a noviembre. No es mala fecha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario