miércoles, 16 de noviembre de 2016

Sabiduría popular

Foto de El País
Ya se hizo la vendimia, ya pasó la matanza, ya se celebraron los magostos, los escaparates de las tiendas de decoración empiezan a vender los adornos que pondrán los demás establecimientos para recordarnos que ya no falta mucho para la Navidad, en el súper ya hay turrón...
Pues no me da la gana de adelantarme tanto. Al menos hasta que empieze diciembre ni se me ocurrirá comprar mazapán, ni ponerme a buscar adornos, ni a pensar en regalos. Me niego. Prefiero pensar en el frío seco y agradable que nos obliga a encender la bendita estufa, en las noches de luna llena y en el rocío casi helado que no llega a ser escarcha de las mañanas de invierno, ya, por fin. 
Foto Galipedia
Ese rocío frío --que como digo aquí no llega casi nunca a ser escarcha-- es el favorito de las verduras para alimentarse y crecer con vigor. Se ve que de toda la vida han sido estas mañanas las elegidas por las señoras (esa sabia institución sin jerarcas, ni falta que le hacen) para ir a buscar la mejor verdura para el caldo. 
Veo por la ventana pasar a mi vecina, seguida de su perrito casi ciego, armada de cuchillo viejo, recogiéndola hoja a hoja, cuidando de dejar el tallo leñoso, que se superpondrá capa a capa para formar un tronco de palmera en miniatura.
Por si tenéis dudas acerca de su aspecto, son esas de hoja ancha y verde grisáceo que se plantan principalmente para dar alimento fresco a las gallinas y al cerdo de casa, las que veis en la imagen. El cerdo y las gallinas las comen con fruición, pero también las amas, que no se privan de echárselas picaditas al caldo o de hacer un cocido que no solamente lleve grelos. 
Es esta una verdura humilde, empezando por su simple nombre: en algunos sitios "berza" (en gallego "verza", conservando en la "v" su verde origen), pero en general sin identificación especial. Como mucho se le llama aquí "verdura da estrema" si es que se deja crecer en los límites de las huertas para indicar (nuestro minifundio, tan difundido) dónde termina un predio y empieza el siguiente. 
Pues resulta que ahora esa verdura tiene un nombre modernísimo, "kale", y es un "superalimento". ¡La leche!, digo, ¡la verdura!  A pesar de todas las reticencias al respecto (dejo este artículo para desmitificar un poco), no deja de ser interesante, en sentido general y en el restringido que usan los nutricionistas. Estos confirman lo que mi vecina lleva años diciéndome: "esta verdura me da la vida". La verdura y el trajín, no seamos ingenuos, pero ahí está, a los ochenta y pico y derecha como una vara. ¡Lo que no sepan mis señoriñas!


1 comentario:

  1. En Caldas se llamaron coles toda la vida... Y “caldo de coles” o, simplemente, “de verdura”.

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