domingo, 14 de febrero de 2016

Los frutos amargos del jardín de las delicias

El tríptico del jardín de las delicias  del Bosco representa en su panel izquierdo el Edén. Ese es, según reza en el libro del Génesis del libro de los libros, el jardín en el que se vivió el primer amor humano. Era delicioso y perfecto --no voy a entrar en cuestiones de costillas y turnos-- hasta que se probó en él el fruto amargo de la desconfianza.
El título de esta entrada --me encanta-- no es mío, es de Monika Zgustova, traductora y biógrafa de Bohumil Hrabal, uno de mis escritores favoritos, autor de uno de mis libros favoritos, Bodas en casa. En esta novela con sabor autobiográfico aparece la historia de amor más guarra que conozco. Pero no penséis en lo obvio, o más bien, pensad en lo obvio. Si sois sensibles, igual no deberíais seguir leyendo; pero si sois sensibles, igual deberíais seguir leyendo: 
"... lenta pero inexorablemente la cocina se iba transformando en un infierno húmedo, el vapor llegaba hasta mí, yo estaba sentada en mi taburete y marcaba los primeros platos: un trocito de oreja, un filete de hígado, una cucharada de rábano picante y otra de mostaza, y sentía que una especie de sudor, no mío sino más bien de las condensaciones del vapor, me chorreaba por la espalda y por el pelo y por la nuca (...)
Y de golpe y porrazo, un ramo enorme entró en la cocina, un ramo de rosas, y yo me sobresalté porque el ramo no solo se acercaba a mí sino que, cuando estaba en un tris de caer al suelo desmayada, a quien vi detrás de las rosas fue al profesor, con un gorro, un delantal y una camisa rota, y así me tendió el ramo, en la cocina, cuando todo el mundo miraba aquella especie de aparición, como si hubiera venido a parar allí a través de la torre de ventilación. 
(...) Todo el mundo le miraba, incapaz de echar fuera a ese hombre que había llegado de un modo tan insólito, con su gorro y su delantal, y que ahora se acercaba a las marmitas y decía, levantando la mano...¡Huy, las morcillas ya se han despegado del fondo, cosa que significa que están hechas (...).
Estaba rojo como un cangrejo y así permaneció en la cocina mientras los cocineros sacaban las morcillas perfumadas y pringosas, la grasa goteaba incluso del techo y chorreaba por las paredes y todo el mundo sudaba vapor perfumado y el profesor habla que te habla .
Y salió de la cocina como un ciclón y yo me quedé sentada allí, toda cubierta de rosas y confusa y avergonzada...y es que la grasa de nuestra primera matanza de cerdo me chorreaba entre los pechos y me mojaba el sostén, sentía el sudor mezclado con la grasa en la entrepierna, las bragas se me pegaban a la bata blanca, me imaginé que si me levantaba, el sudor atravesaría la bata y yo dejaría un charco detrás de mí. Todo eso sentía mientras sostenía firmemente el ramo de rosas. 
Borek, el camarero, me trajo un florero, metió las rosas dentro y las colocó sobre la mesa diciendo: este señor está enamorado de usted, se nota a primera vista."
Está claro que no se necesita un jardín para declararse. Cualquier entorno y momento valen. Feliz y sabroso San Valentín.

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