miércoles, 17 de febrero de 2016

"Valumada"

"A Galicia déixaa que evolucione". Así de rotunda y "retranqueiramente" hablaba Xavi Olleros en una entrevista previa a la entrega de las "Centolas de Ouro", galardón que se concede en la Festa do Marisco de O Grove. Asistí a ella por casualidad y disfruté de la charla, que enseguida derivó hacia otros temas que no vienen a cuento, mientras el sol de octubre iluminaba el comedor de Culler de pau.  A nuestros pies, las "leiras" vecinas, los pequeños campos de maíz y las playas de la Ría, llenas de algas verdes, negras, rojizas y marrones.
A pesar de que las malas prácticas traen a nuestro mar algas de otras latitudes, nuestras especies autóctonas son hermanas de las que los japoneses explotan y usan con gusto y que nosotros estamos aprendiendo a comer desde hace unos años. Pero esta evolución va con mucha, mucha calma.
 De niña masticaba a veces trocitos de lechuga de mar, sin saber que estaba probando una ensalada marina que se acerca a la delicatessen. Era un juego de comiditas, porque las algas formaban parte de la tarde de playa: las usábamos para recubrirnos la piel quemada por el sol, para hacer las alfombras de las casitas de arena que construíamos incansablemente en la orilla, para elaborar collares, pelucas y faldas...
Ya nos había precedido Maruja Mallo con su vestido de cintas de mar, pero aún no lo sabíamos.
Mientras nosotros jugábamos, otros aprovechaban las algas para estercolar las tierras. Es la "valumada" o "valume", cuya traducción al castellano desconozco, pero que consiste en el conjunto de restos de algas que la marea trae a la orilla y que se usa como abono.
Las algas comestibles se recogen vivas y se procesan con sumo cuidado, pero igualmente nacen sin necesidad de cultivo en nuestros fondos. Hoy hay ya varias empresas que las aprovechan, en fresco y en seco, pero no deja de ser aún algo ajeno al plato del día a día. Galicia evoluciona, poco a poco, pero evoluciona, y es probable que la próxima vez que coma algas ya  no haya nadie que, en tono de risa me diga "estás a comer valumada?" ("¿estás comiendo estiercol?") como me pasó la última --y exquisita-- vez.


1 comentario:

  1. Está claro que soy de otra generación... porque a mí no me pillan. Me gusta, eso sí, cómo lo cuentas.

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