jueves, 31 de marzo de 2016

Brindis al sol

Buscando esto y lo otro, me acabo de enterar de que el brindis "por la cándida adolescencia" en "Memorias de África" es en la versión original “Rose-lipped maidens, light foot lads" (doncellas de labios rosa, jóvenes de pies ligeros), un verso del poema “With rue my heart is laden” de A.E. Housman, uno de los poetas favoritos de Denys Finch-Hatton, amante en la película de la baronesa Von Blixen, Karen, nacida Dinesen. Todos mis respetos al traductor o traductora que nos ha brindado, valga la redundancia, un brindis inolvidable y delicioso.
Después de esta pesquisa, busqué la escena en la que brindaban con vino blanco, sentados ante una mesa con impoluto mantel, en plena sabana. "Ya no quedan viajeros", como decían en "El cielo protector". 
En el gramófono de la baronesa siempre sonaba Mozart, pero me acordé al escucharlo de otro clásico mucho más moderno: ¡qué distinto suena y qué parecido a la vez el brindis de La Traviata de Verdi, el famosísimo: "Libiamo, libiamo ne'lieti calici que la belleza infiora". Este transcurre durante una fiesta y es presentado con la frase "escuchad al poeta", y  lo escuchamos,  y nos llegan ecos de las Rubaiyat  "Que traigan de beber. Una cosa es cierta: que la vida va pasando, y el resto vaciedad es. La flor marchita nunca florecerá de nuevo."  Qué sabio, Omar Khayyam, siempre brindando. 
Si agudizamos el oído también escuchamos a Ausonio "collige, virgo, rosas, dum flos novus et nova pubes, et memor esto aevum sic properare tuum", "recoge, doncella, las rosas mientras la flor está lozana y la juventud fresca, y acuérdate de que así se apresura también tu edad" y a Horacio también se le oye decir: "carpe diem, quam minimum credula postero", "aprovecha el día y no confíes lo más mínimo en lo que ha de venir."
Pues a ello: aprovechemos el día, y no nos olvidemos de brindar por lo  bueno. Os doy ideas: 


Francisco Brines
(El otoño de las rosas, 1986)
Estás ya con quien quieres. Ríete y goza. Ama.
Y enciéndete en la noche que ahora empieza,
y entre tantos amigos (y conmigo)
abre los grandes ojos a la vida
con la avidez preciosa de tus años.
La noche, larga, ha de acabar al alba,
y vendrán escuadrones de espías con la luz,
se borrarán los astros, y también el recuerdo,
y la alegría acabará en su nada.

Mas, aunque así suceda, enciéndete en la noche,
pues detrás del olvido puede que ella renazca,
y la recobres pura, y aumentada en belleza,
si en ella, por azar, que ya será elección,
sellas la vida en lo mejor que tuvo,
cuando la noche humana se acabe ya del todo,
y venga esa otra luz, rencorosa y extraña,
que antes que tú conozcas, yo ya habré conocido.

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